20 de
abril de 1992
Entre
todas esas cosas que vienen a la mente, en donde te hacía recordar, que pasaba cada
momento y que los días no te hacían perder el tiempo, te atrapaban en cálidos abrazos
que te trasladaban a la locura misma, sin restricción, en donde podrías observar
a niños jugar durante las noches, escuchar con gusto, gritos que te entregaban un
buen juego, que no te hacia pensar en querer envejecer, esos momentos donde
escuchabas melodioso el disfrutar de los niños al correr, al perseguirse, las horas
podían tan bien avanzar que no te dabas cuenta, menos prestar atención de la
hora que fuera, sino más bien hasta el escuchar el gritar de tus padres que te decía
que ya era hora de entrarse.
En donde sus
pensamientos no iban más allá de la misma inocencia, sin percatarse se besaban
al jugar al esconderse, mientras alguien más los buscaba, se atrapaban dos corazones
que se llevaba entre besos, tanto que se convirtió en su mejor costumbre, donde
solo les causaba sonrisas de esas que son tan sinceras, donde jugaban al compás
de la lluvia, sin preocuparse, brincando de charco en charco, robándose sonrisas
y emociones que les alteraba el corazón. Esos días
donde le convencía sus ideas, donde nada se acaba, donde estaban de más las palabras,
donde cada secreto se permanecía en la inocencia de los besos.